Eduard Estivill, doctor experto en sueño: "La obsesión por dormir es terrible y esto hace a muchos entrar en el autoconsumo de fármacos"
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La guerra contra el insomnio se ha convertido en una carrera de fondo en la que cada vez más españoles acaban rendidos a las pastillas. El neurofisiólogo y pediatra Eduard Estivill, pionero en la medicina del sueño, acaba de lanzar un duro aviso: “la obsesión por dormir” está empujando a miles de personas a medicarse por su cuenta.
El especialista catalán recordó en el pódcast Mejor que Ayer que “dormir tiene que ser natural”, y que perseguir el sueño con cronómetro solo agrava el problema, generando más ansiedad y una peligrosa relación de dependencia con los fármacos.
Con 55 años de consulta a sus espaldas, Estivill ha visto de todo: desde ejecutivos que duermen con la alarma puesta para “no pasarse” de ocho horas hasta jóvenes que combinan suplementos y benzodiacepinas sin supervisión médica.
“El sueño es una escalera”, explica el doctor. Bajamos peldaños desde la fase superficial al sueño profundo y, por último, al REM, donde el cerebro archiva recuerdos y limpia toxinas. Saltarse estos ciclos —o recortarlos— es, según Estivill, la receta perfecta para levantarse cansado.
En su intervención alertó del riesgo de las benzodiacepinas, particularmente en mayores: “Si te levantas al baño a las tres horas sigues aturdido, te caes y la fractura de cadera está servida”, lamenta. Las cifras de caídas en ancianos que toman pastillas para dormir respaldan su preocupación.
A medida que cumplimos años, el sueño se vuelve ligero: más microdespertares, menos fase profunda y más recuerdo de sueños. Esto es normal, subraya el experto, y no debería tratarse a golpe de pastilla salvo prescripción individualizada.
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Recordar todos los sueños no es talento onírico sino señal de sueño fragmentado, aclara Estivill. Si cada noche revives tu propia película es probable que tu descanso esté poblado de microdespertares que comprometen la memoria y el estado de ánimo.
Entre las recomendaciones del médico destacan hábitos tan sencillos como “luz natural por la mañana”, cenas tempranas, ejercicio moderado y aparcar el móvil una hora antes de acostarse. Cuando el día acompaña, la noche —dice— suele ponerse de nuestra parte.
El sueño, recuerda Estivill, empieza al abrir los ojos: la rutina diurna condiciona la calidad nocturna. Por eso insiste en horarios regulares y en no permanecer en la cama si el sueño se resiste; mejor levantarse, leer diez minutos y volver cuando el cuerpo lo pida.
El Confidencial